Del lugar en el que tenemos razón...

...nunca brotarán
las flores en primavera.
Espero que los versos de Yehuda Amijai acompañen cada entrada a este blog. No sé cuanto durará la idea de publicar los recuerdos e impresiones de un viaje que ha tenido como guía excepcional el libro al que he robado el título para la cabecera del blog. Así que, con permiso del Sr. Dezcallar..., empiezo.

jueves, 5 de noviembre de 2009

... en un desierto domesticado


Las murallas de Jerusalén no acaban aquí. Existe un recinto amurallado “informal” que crece –y se ciñe en paralelo al muro- extendiéndose sobre el seco terreno. Sigue sus curvas de nivel, se adapta a las irregularidades de los wadis, se encarama a lo alto de las lomas y asume el papel de vigía. Es el cordón de colonias judías en Jerusalén Oriental. Los asentamientos en territorio palestino son una suerte de línea de defensa en movimiento. Ilegales, desde la óptica del derecho internacional, estos aparentes “barrios tranquilos” son una muestra del pragmatismo judío, ese principio de que todo funcione al precio que sea. Sólo un espíritu pragmático puede explicar que intelectuales, supuestamente de izquierdas e integrantes de movimientos en favor de la paz -como Amos Oz-, vieran necesario el ataque a Gaza de diciembre de 2008, llegando a justificar -caso de Abraham Yehoshua- la extrema violencia del ataque en la mayor capacidad de resistencia del pueblo palestino (como eres más fuerte te puedo golpear más...).
Tejados a dos aguas en bloques uniformes revestidos de piedra sin apenas ventanas…, nada que recuerde a una arquitectura tradicional. Cánones de ciudad jardín en el desierto. Atravesarlos es como entrar en una "hiperrealidad": la sensación es una mezcla de American Beauty y El show de Truman. Una red de carreteras de uso exclusivo comunica estas ciudades dormitorio (dependientes en todo del exterior) entre sí evitando cualquier "contaminación" procedente de los territorios circundantes y aislando, aun más, a los barrios árabes de Jerusalén. Con razón hay quien dice que Jerusalén es, en sí misma, la ocupación. Sólo cabe concluir que Israel es el único estado moderno gobernado desde una fortaleza.

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